Al Tribunal Supremo de Justicia se le confió la delicada labor de repatriar los restos del prócer

A mediados de setiembre de 1850 el anciano caudillo se sintió enfermo y en las primeras horas del lunes 23, expiró, en la única compañía de su fiel asistente.
Una tradición, no confirmada, dice que, al amanecer, el noble viejo se irguió en el lecho y exclamó: "¡Mi caballo! ¡Quiero montar mi caballo!".

En el mismo día, en una carreta de bueyes, el cadáver fue transportado al cementerio de la Recoleta, acompañado de Benigno López, hijo menor del Presidente, los vecinos Julián Ayala, Alejandro García y Ramón de la Paz Rodríguez y el fiel asistente.

La partida de defunción, retocada posteriormente por el mismo redactor, expresa:

"En la Parroquia de la Recoleta de la capital, a 23 de setiembre, yo, el Cura interino de ella, enterré en sepultura ordinaria del Cementerio, el cadáver de un adulto llamado (don) José Artigas, extranjero (que lleva una lápida con este título "General Dn. José Artigas: 1850) de esta feligresía. Doy fe, Cornelio Contreras".

Ignorada su ilustre memoria por los "doctores" del llamado "fusionismo" correspondió al Gral. Venancio Flores, entonces a cargo del gobierno de la República Oriental del Uruguay, designar, el 24 de abril de 1854, al Dr. Estanislao Vega, decano del Tribunal Supremo de Justicia, para cumplir una misión confidencial ante el gobierno paraguayo y obtener el repatrio de los restos mortales de Artigas.

  • Fuente: Crónica General del Uruguay, W. Reyes Abadie y A. Vázquez Romero, volumen II, pág. 420.